Me fui de Montevideo luego de los disturbios del 2010 y 2011, y ahora a mi vuelta encuentro una ciudad totalmente diferente. La Rambla está llena de gente, nuevos bares y restoranes, sofisticados, elegantes. La gente bien vestida, podría ser una ciudad europea. Además de español y portugués, se escucha, inglés, italiano, alemán, francés, y otros muchos otros idiomas que muchas veces no son fáciles de identificar. Las plazas bien cuidadas, sin pintadas, con flores, son ocupadas con familias con hijos pequeños que disfrutan de las hamacas y toboganes. De noche, los jóvenes se reúnen para tomar una cerveza, o compartir un mate; vienen en auto, porque con los buenos empleos que consiguen siendo aún estudiantes, y los planes de financiación que les ofrecen los bancos deseosos de prestarle a muchachos con un gran futuro, todos pueden comprarse un autito indio o chino. Pero lo que más me llama la atención es la limpieza inmaculada de la ciudad donde no hay un papel en el suelo, ni un contenedor volcado. Diariamente pasan unos camiones blancos impecables de la intendencia y se llevan la basura. Están prohibidos los caballos en la ciudad, por lo que no se ven carritos, pero tampoco hurgadores a pie.
El Hotel Carrasco está irreconocible desde que lo compró la Universidad Católica, luego de hacer un convenio de doble titularidad con la Universidad de Harvard. La ORT no se quedó atrás, ya que su convenio con el MIT atrae estudiantes de toda América Latina.
La historia es conocida, pero para algún turista joven asiático que no esté muy desinformado conviene repetirla:
Luego de las elecciones del 2009 los uruguayos nos dimos cuenta que estábamos divididos exactamente al medio, a unos les gustaba la cumbia, a los otros el rock, unos querían tres meses de vacaciones pagas, otros ser dueños de una multinacional, y cada cosa que quería una mitad, la otra quería exactamente lo contrario. Luego de los disturbios, resultó evidente que si estábamos divididos en todo, lo más razonable sería comenzar por dividir Montevideo.
Los límites fueron fácilmente determinados: Una muralla que sube por Boulevard Artigas y luego toma por Avenida Italia hacia el este. Dos grandes puertas valladas, una en la Rambla y Boulevard, y la otra en Avenida Italia y Propios. Así quedó la ciudad dividida entre “cajetillas” y “compañeros”.
No pasaron más carritos, por lo que la basura se recoge en camiones municipales, que luego de completar su carga se dirigen a la muralla de Avenida Italia. Ahí suben por rampas hasta el tope de la muralla y descargan hacia el otro lado. En el norte, los hurgadores reciben agradecidos una lluvia de basura y desperdicios, e inmediatamente comienzan su meritoria labor de clasificación.
Para atender a los cajetillas, y a la multitud de turistas, son necesarios mozos, mucamas, cocineras, maestros, policías y otras profesiones no muy valoradas pero indudablemente necesarias. Como todos los candidatos a estos puestos viven en la zona norte, si obtienen trabajo en la zona sur se les da un salvoconducto que les permite franquear la muralla, trabajar en el sur y volver a dormir en el norte. En el portón norte de la muralla se instalaron enormes duchas para bañar a los trabajadores antes de pasar al sur. También se les inspecciona el pelo, y si está desprolijo un peluquero lo arregla, sin costo alguno para el trabajador (esta fue una gran victoria del PIT CNT).
La Universidad de la República, por solidaridad con los compañeros, quedó en la zona norte. Sin embargo recibió un serio aviso: como luego de ciento cincuenta años de existencia no había logrado aún educar a los pobres, se les daría un plazo adicional no prorrogable de sólo ciento cincuenta años más.
El gobierno electo, fiel a su compromiso electoral, creó una segunda universidad estatal. Ofrece nueva licenciaturas que han tenido un gran éxito entre el estudiantado pues con sus títulos pueden acceder fácilmente a empleos en la zona sur. Los licenciados en ingeniería sanitaria se emplean como barrenderos, los licenciados en nutrición venden frankfurters en las plazas y los médicos si alcanzan el éxito profesional atienden a los perros y gatitos de raza de Carrasco. Pero las licenciaturas más exitosas son “Filología Hispánica”, donde aprender a hablar en correcto español (en el doctorado se aprende a escribir) y “Matemáticas Superiores” donde aprende aritmética y a dar el vuelto sin equivocarse.
Vine a Montevideo a votar en el plebiscito. Se decide sobre una interesante propuesta del gobierno del Brasil, que nos ofrece comprarnos los departamentos de Artigas, Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres. Nosotros los tenemos casi despoblados y los brasileños en Río Grande do Sul ya no saben dónde poner las fábricas. A cambio de la venta la oferta brasileña atiende los intereses de toda la población: a los cajetillas les ofrece para su uso exclusivo convertir el departamento de San José en un gran campo de golf, y el de Flores cubrirlo de canchas de Polo, Rugby y Hockey. A los compañeros les ofrece a todos un nombramiento de empleado público, vitalicio e inamovible. Parece que el plebiscito sale por unanimidad.
Libertarianismo y libre inmigración
Hace 9 años