Desde la prehistoria el hombre se ha encargado de cazar la comida y defender a la mujer y a sus crías, y para esta tarea su psicología y fisiología han evolucionado desarrollando su coraje, fuerza física y pensamiento racional. Desgraciadamente, esos tres atributos hoy no son valorados por la sociedad moderna o son directamente atacados por el feminismo. El coraje, anteriormente casi sinónimo de hombría, ha sido devaluado por la militancia feminista, ¿Quién ha escuchado decir recientemente que los hombres no lloran? La psicóloga chilena Pilar Sordo, cuenta que en los recreos de las escuelas las niñas juegan a los comandos y los niños lloran en los rincones. La tecnología, creada por el raciocinio del hombre, ha hecho innecesaria la fuerza para el trabajo. El pensamiento racional está en tiempos del posmodernismo, que es en sí mismo una filosofía de la irracionalidad, en caída libre. Se valoran las emociones. Por eso, el Che Guevara, que dijo que los revolucionarios no deben perder la ternura, es el héroe del siglo. No importa que la revolución no haya creado más que pobreza y pérdida de libertad. (perdón, se me escapó un crítica racional, que a nadie le importa, lo que importan ahora son los sentimientos).
La crítica feminista dice que los hombres han convertido a la mujer en un “objeto sexual”, donde no se la valora como persona, sino solamente en su función erótica. De la misma manera, y en forma mucho más clara y unánime, el hombre es tratado por la sociedad como un “objeto que produce dinero”, y solamente por eso se lo requiere, pero no se lo valora.
Esta demanda dirigida al hombre de dinero y éxito, sumada a la desacreditación de los valores masculinos que permiten cumplirla, hacen que el hombre sienta stress y angustia. Y este stress es tan importante que es el hombre el que sufre los infartos, y el que cae en el alcoholismo. La demanda por éxito económico y la desvalorización de los atributos masculinos que permiten alcanzarlo lleva muchas veces al hombre al delito. Delitos en los que incurren muchas veces para atender las necesidades de consumo de una mujer que no trabaja y ni siquiera sale a robar. Los hombres mueren de infarto, las mujeres no, los hombres caen en el alcoholismo, las mujeres rara vez, finalmente los hombres viven mucho menos que las mujeres.
Hace poco leí una encuesta publicada en Búsqueda, si no recuerdo mal encargada por el Ministerio de Trabajo, que decía que en el Uruguay los hombres ganaban más que las mujeres. La analista, feminista sin duda, explicaba que esto se debía a que los hombres hacían más horas extras. Es decir, el hombre es el que se mata trabajando, y la mujer, si trabaja, cuando llega la hora, se va tranquila para su casa. ¿No era el principio rector a igual trabajo igual remuneración? ¿No se deduce entonces que a mayor trabajo más remuneración?
El hombre cuando viola a una mujer, lo hace a lo bestia: La toma, la tira la piso, le arranca la ropa y la viola”. Se trata de una conducta enferma y aislada, y la gran mayoría de los hombres nunca violó a nadie. Sin embargo, cuando salimos a la calle vemos algunas pocas mujeres atractivas, una gran mayoría sin ningún interés erótico y unas cuantas francamente repulsivas. Casi ninguna de estas mujeres deja de tener un hombre que satisfaga sus necesidades sexuales. Existe un santo varón que cumple asiduamente con su penoso deber marital. ¿Alguien puede creer que estos hombres cumplan sus tareas por gusto y haciendo uso de su libertad? La mayoría de los hombres son esclavos sexuales, permanentemente violados por déspotas libidinosas. Por cada mujer violada físicamente por un hombre, hay miles de hombres violados en su sensibilidad estética por una mujer.
Ahora las feministas militantes, desesperadas porque la mayoría de los hombres no les pegan a sus mujeres y no los pueden mandar a todos a la cárcel, han inventado el concepto de maltrato psicológico. Dicen que las mujeres son maltratadas por los hombres, si no físicamente, psicológicamente. Tamaño infundio es increíble, cualquiera sabe que con la capacidad verbal de las mujeres, la cantidad de maltrato psicológico por minuto que puede infringir una mujer es tanto mayor que lo que puede hacer el hombre que es como comparar una ametralladora pesada con un chumbera de aire comprimido.
Hace poco tiempo en el Uruguay una mujer prendió fuego a su marido que estaba durmiendo y que terminó muerto por sus quemaduras. La mujer estuvo pocos días presa, y alegó en su defensa, maltrato. Cómo sería el maltrato que ella está viva y él, muerto. ¿La teoría de “fuerza proporcional” no estaba vigente?
¿No han visto que las cifras de nuestra universidad muestran un 60% de público femenino? ¿Quién tendrá dentro de 10 años los mejores puestos y mayores salarios?
Prevengo a los machos que si no luchamos por nuestros derechos, dentro de poco nos quedaremos en nuestras casas, cuidando niños y lavando platos, esperando a la reina de la creación, que llegará tarde y pidiendo la cena. Todos los días, al ir al supermercado, nos pondremos unos vaqueros ajustados y le sonreiremos a la gerenta, soñando que repare en nosotros y podamos vivir una aventurilla que nos haga olvidar por un momento el tedio de nuestra diaria existencia.
Espero mensajes de apoyo a mi justa causa.