En la década del 60 un grupo de jóvenes idealistas, la mayoría universitarios, pensaron que la sociedad uruguaya era éticamente inaceptable. Pensaron que si bien existía una democracia formal (faltaban muchos años para el golpe de estado militar), esta democracia en la práctica no hacía más que legitimar los intereses de la clase dirigente, formada por políticos y 500 familias de oligarcas, que gobernaban al país de espalda a los legítimos intereses del pueblo.
Pensaban que los pobres carecían de vivienda digna, alimentación adecuada y educación de calidad, y que jamás podrían progresar socialmente en base a su trabajo y su esfuerzo porque injustamente la oligarquía dirigente lo impedía. El enemigo de los pobres eran los ricos que oprimían a los pobres.
Los Tupamaros comenzaron su lucha armada, realizaron algunos golpes que causaron gran efecto y alcanzaron una enorme difusión nacional e internacional, pero fueron militarmente derrotados por la policía y los militares. Cuando los militares finalmente dieron el golpe, casi todos los Tupamaros importantes ya habían caído presos.
Luego de la recuperación democrática el Frente Amplio llega al poder en el año 2005 y vuelve a ganar las elecciones en el 2009, con un candidato a la presidencia Tupamaro, José Mujica.
Hoy los Tupamaros son el gobierno, y uno esperaría que siendo las mismas personas, no perderían los ideales por las que comenzaron la lucha armada.
En el sesenta, los llevó a la lucha la oligarquía aliada a la clase política y respaldada por el poder militar. En el 2010, los Tupamaros son ahora los miembros más poderosos de la clase política y nadie puede decir que gobiernan aliados con la oligarquía. Los militares, si bien posiblemente no sean pro Tupamaros, se mantienen subordinados, admiten que algunos de sus antiguos líderes estén presos y claramente no han dado un golpe militar. En cuanto a la antigua oligarquía, asociada en la década del 60 a las grandes extensiones de tierra, prácticamente ha desaparecido, han vendido en gran parte sus estancias a inversores extranjeros, y lo han hecho decididamente durante el pasado gobierno del Dr. Vázquez y ahora en el del Sr. Mujica. Por otra parte, si bien siguen siendo familias ricas, no tienen el poder , por lo que no pueden definirse como oligarcas.
Nos preguntamos entonces si los pobres, o los hijos de los pobres, pueden tener legítimas esperanzas que si se esfuerzan lograrán una vida mejor, y tal vez a encumbrarse en el mundo empresarial o político, o por el contrario, la sociedad crea barreras prácticamente infranqueables por lo que un pobre seguirá siendo siempre pobre.
Una sociedad más justa, por la que los Tupamaros empuñaron las armas, es una sociedad que premia el esfuerzo y la capacidad, y entonces resulta evidente que una sociedad más justa debe garantizar la igualdad de acceso a la educación.
Sólo cuando los hijos de los pobres puedan acceder a una enseñanza de calidad que les permita el progreso personal y social, podrá decirse que habremos alcanzado una sociedad más justa.
Desgraciadamente la educación pública a la que tienen acceso los pobres es de pésima calidad, de tan mala calidad que seguramente luego no podrán acceder a puestos bien remunerados. Y el tema no es si la educación tiene por objetivo hacer más empleable a un individuo o ayudarlo en su desarrollo intelectual y sensible, estamos hablando de una enseñanza que no enseña a leer, ni escribir, ni sacar un porcentaje.
Hace años que las autoridades de la enseñanza explicaban que los resultados eran malos por un presupuesto exiguo, pero sin embargo estos últimos años el presupuesto dedicado a la educación se vio incrementado en forma importante sin ningún indicador de que haya aumentado la calidad de la enseñanza. ¿Por qué decirlo en forma complicada si se puede decir en forma sencilla? Antes nos vendieron el verso, ahora nos robaron la plata.
Una de las primeras acciones de los Tupamaros que recuerdo fue cuando secuestraron una camioneta de reparto de la confitería Lion D´Or (donde compraba mi abuela) y repartieron las masas a los pobres de un cantegril.
Ese día los pobres del cantegril comieron las mismas masitas que yo comía, pero luego yo hice estudios universitarios, estudié en los Estados Unidos, aprendí tres idiomas, y gano en un mes lo que ellos no ganan en un año.
¿Los Tupamaros hicieron la revolución sólo para repartir masitas un día?
¿No se animan a enfrentar a un grupo de sindicalistas preocupados únicamente de aumentar su cuota de poder? ¿Permitirán que los pobres sigan siendo víctimas de intereses corporativos?
¿No asumirán la responsabilidad del gobierno y ayudarán a los más pobres y débiles?
Señores Tupamaros: ¿Tendrían la amabilidad de hacer la revolución educativa? De lo contrario, váyanse para sus casas, el país ya perdió demasiadas décadas y vidas con ustedes: cobardes, inservibles, ¿corruptos?