Los señores diputados se dividen en dos grupos claramente diferenciados: Los totalmente ignorantes y los ignorantes de casi todo. A los ignorantes de casi todo los llamamos personas educadas (sin ninguna ironía). Cuando se trata algún tema en cámara, si por casualidad algún legislador conoce del asunto, hablará, y luego hablarán los que creen que saben, y finalmente los que hablan por hablar (flatus vocis). Terminados los discursos, los legisladores votan según le han indicado en su bancada. De esta manera mediante las bancadas de partido se organiza el trabajo legislativo. Es evidente que si se pretendiese que todos los legisladores estuviesen enterados de lo que votan, el parlamento no podría funcionar.
Desgraciadamente, fuera del parlamento, mucha gente se comporta de la misma manera: ante cualquier tema, averigua si el que expone una opinión es de su partido o del contrario. Si lo primero, aprueba, si lo segundo, se opone. Así tienen opinión sin molestarse en pensar, ni siquiera en escuchar.
Sin embargo, los liderazgos políticos no son agrupables por partido, ya que no tienen mayores puntos de contacto ideológico ni de carácter Sanguineti con Batlle o Vázquez con Mujica, ni Lacalle con Larrañaga.
Si atendemos a la estructura del pensamiento, la weltanschauung (visión del mundo), familia ideológica, y estructura psíquica, son fácilmente perceptibles las siguientes afinidades:
Sanguineti – Vázquez. En lo ideológico, ambos son batllistas (de Batlle y Ordóñez) casi puros. Crearon fuertes liderazgos, personalistas, y no admiten discusiones ni que nadie les haga sombra. Si alguien del entorno desafía su liderazgo, es inmediatamente expulsado y tirado a los perros. Por el contrario, la persona que le es fiel, por más pilla que sea, siempre estará protegida. Ambos con elegancia han llenado sus bolsillos gracias al poder del cargo, con relativa prescindencia de normas éticas. Como padres, se han preocupado por sus hijos.
Lacalle. Es un liberal pero desgraciadamente su conciencia de clase es más poderosa que su inteligencia. Como señor, comprende que tiene que cumplir ciertas normas éticas, pero su señora no está muy de acuerdo. Y su señora es perseverante. Perdió las últimas elecciones contra Mujica, derrota que planificó con cuidado y plan que cumplió con tenacidad.
Batlle y Mujica. Está de moda hablar mal de Batlle, con Mujica no es necesario, el que habla mal es él. Pero Batlle pasó treinta años perdiendo elecciones y trabajando como un animal para la próxima. Mujica se dedicó a la política por la vía no eleccionaria, y también le fue horrible. Finalmente llegaron. Batlle tuvo la mala suerte del contagio de la Argentina, primero de la aftosa y luego de la crisis. Mujica tuvo buena suerte. Ambos son austeros en lo personal, honestos y rodeados de pillos. La función en la vida de Batlle fue la de terminar con el batllismo (no lo logró), mientras que Mujica siente que está para hacer un país que mire al futuro (no sabemos el final aún).
En definitiva, si usted por ser blanco o colorado está en contra de Mujica, no está entendiendo dónde se juega el partido. Si Mujica fracasa, volverá el batllismo trasnochado de Vázquez. Lo único que nos podrá salvar será un TLC con el imperio.