jueves, 21 de enero de 2010

La enseñanza vs. los pobres

Los que han seguido mis artículos sabrán que abogo por un mayor entendimiento entre los uruguayos. Creo que hay puntos importantes de coincidencia entre los ganadores de las últimas elecciones y los perdedores y que ciudadanos de todos los partidos tienen mucho de positivo para aportar al bien común.

Sin embargo el tono de este artículo es colérico, iracundo y lleno de santa indignación (lo único que puede ser santo en mí). Denuncio que a los niños y jóvenes uruguayos más pobres se las ha impedido acceder a una educación de calidad y han quedado desprotegidos, abandonados, ignorados y traicionados por un grupo de personas perfectamente identificadas. Y este crimen de lesa humanidad permanece impune, y sus perpetradores no sólo se niegan a confesar sus viles acciones sino que siguen la negando la existencia del crimen nefando.

Para entender la gravedad de los hechos debemos referirnos a la situación de la enseñanza pública. Y especialmente la de la enseñanza secundaria, los liceos.

El problema ya fue correctamente identificado y diagnosticado por un estudio del Sr. Germán Rama a comienzos de los noventa. El Sr. Rama midió el conocimiento de los estudiantes en algunas habilidades básicas, como redacción y matemáticas al comenzar el liceo y al terminar cuarto año. El estudio es profundo, serio y meticuloso pero termina exponiendo una duda, no una certeza. La duda es si luego de cuatro años en el liceo, el estudiante promedio ha mantenido sus conocimientos o las ha reducido, es decir, ha desaprendido; en cuanto a si ha aprendido la respuesta es categórica, no. El estudio no encontró que los estudiantes al finalizar el ciclo liceal supiesen más que al comenzarlo . El liceo no es un instituto de enseñanza, es un depósito de jóvenes.

Posteriormente a su informe, el Sr. Rama fue nombrado director de educación pública en la segunda presidencia del Dr. Sanguinetti. Presentó un plan de reforma de la enseñanza, que era, se pensaba, el último plan vareliano de enseñanza del país. Al decir de muchos especialistas en el tema, era un plan centralista, dirigista, poco flexible, unificador, sin espacio para la experimentación de otras ideas y soluciones. Es decir, era un plan de enfoque socialista, de los que le gustan a la izquierda. Sin embargo, tuvo la oposición frontal de los gremios de la enseñanza desde su inicio, no por no ser izquierdoso, sino por venir del gobierno del Dr. Sanguinetti. Los gremios de la enseñanza liquidaron todas y cada una de las propuestas del Plan Rama, incluyendo las bandejas de comida, y las escuelas de tiempo completo, que ahora redescubren como la panacea para los escolares con mayores carencias.

Durante los dos gobiernos del Dr. Sanguinetti y el gobierno del Dr. Lacalle, los gremios de la enseñanza se opusieron sistemáticamente a todos los esfuerzos del gobierno de implementar algún cambio. En los hechos, los gremios tenían el poder, y lo ejercieron, de impedir cualquier reforma proveniente del poder político. Durante la presidencia del Dr. Vázquez, los dirigentes gremiales pasaron a la dirección política de la enseñanza. La mayoría se plegaron a las posturas de sus ex campañeros del sindicato, algunos, tal vez con cierta vergüenza, intentaron hacer algo por los educandos, pero sin ningún éxito. Si tuvieron mucho éxito en aumentar los salarios de los educadores, que ni siquiera tuvieron la delicadeza de faltar un poco menos, y dar algunas horas más de clase. Cuando asumió la Ingeniera Simón como Ministra de Educación pretendió realizar una medición sistemática de conocimientos adquiridos por los alumnos en los liceos del país. ¿Si no podemos medir, cómo sabemos qué funciona y qué no? Pues no le permitieron medir, y la enseñanza funciona cada vez peor.

En todos estos años, se cumplió escrupulosamente la llamada ley de Thatcher (primeramente enunciada por la conservadora primera ministra inglesa), que dice; “Cuando existen dos teorías pedagógicas contrapuestas, los educadores siempre se inclinan por aquélla que implique menor esfuerzo para ellos.” Si el amable lector se pregunta porqué ahora ningún niño aprende a dibujar en la escuela, comprenda ahora que esto se debe a que hay dos teorías sobre la enseñanza del dibujo, una que recomienda comenzar por copias de dibujos, luego dibujos del natural, estudio de sombras y de perspectiva, y así arduamente, llegar a por lo menos conocer las diferentes técnicas. La otra teoría establece que lo que importa es que el niño pueda auto expresarse libremente. Según la primera teoría, el maestro deberá guiar al alumno mediante ejemplos, ejercicios y correcciones en cada una de las etapas, en la segunda teoría el maestro se limita a entregar a los niños lápices y hojas y dedica el resto de la clase a leer el diario. Adivine el lector cuál es la teoría pedagógica preferida por los docentes.

Por todo lo anterior, cuando el Dr. Vázquez, que es un gran pragmático, decide impulsar el Plan Ceibal, que ha sido el mayor éxito indiscutido de su presidencia, que se supone es una herramienta pedagógica, no se le ocurre llamar a un maestro, llama al director del LATU. Así tenemos que el principal proyecto pedagógico del país no pasó por las autoridades de la enseñanza. Autoridades que si tuvieran un mínimo de auto respeto habrían renunciado por unanimidad; pero se limitaron a protestar y trancar en la medida de sus posibilidades. Pararon de joder (perdón, pero no hay otra palabra), cuando se dieron cuenta que si seguían los padres de los alumnos se los comían.

Hoy casi veinte años después del estudio del Sr. Rama, comprobamos que un porcentaje importante de jóvenes en edad liceal no van al liceo, y que aproximadamente un tercio no llegan a terminar el ciclo liceal.

Los jóvenes uruguayos no van al liceo porque no desean hacerlo ni sus padres exigen que lo hagan. ¿Por incultos? ¿Por debilidad mental? No, por racionales, porque saben por experiencia de otros (no necesitan leer el informe de Rama, lo viven), que el liceo no les aportará nada útil, no les aportará conocimientos. No es cierto que los jóvenes pobres no vayan al liceo por desprecio del saber, sino porque ese saber no lo recibirán en el liceo.

Llegamos entonces a la situación donde estamos hoy, en que los mismos padres que se interesan vivamente por la educación de sus hijos en la escuela apoyando el Plan Ceibal, permiten que sus hijos abandonen el liceo. No es irracional, el Plan Ceibal les enseña, mientras que el liceo es una pérdida de tiempo.

Esos mismos padres se preocupan que sus hijos vayan a la UTU, particularmente a aprender aquéllos oficios o profesiones donde piensan que sus hijos encontrarán oportunidades laborales, como es en la informática. Por supuesto que no encuentran cupos en informática en la UTU, y sobran cupos en los liceos.

Para resumir, la educación pública, y en particular la educación secundaria, es un desastre que afecta a las familias más pobres. El poder en la educación pública, de facto desde 1985 hasta el 2004 y desde entonces de facto y de jure, ha estado en manos de los gremios de la enseñanza o de sus gremialistas. Son responsables por la calamidad actual.

No soy admirador de la revolución cubana, pero muchos de los gremialistas sí. Sepan que Castro los hubiese mandado al paredón. Sinvergüenzas.